Los pecados capitales
Son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del cristianismo para educar a sus seguidores acerca de la moral cristiana.
El término «capital» (de caput,
capitis, "cabeza", en latín) no se refiere a la magnitud del
pecado sino a que da origen a muchos otros pecados. De acuerdo a santo Tomás de
Aquino (II-II:153:4).
Un vicio capital es aquel que
tiene un fin excesivamente deseable, de manera tal que en su deseo, un hombre
comete muchos pecados, todos los cuales se dice son originados en aquel vicio
como su fuente principal. […] Los pecados o vicios capitales son aquellos a los
que la naturaleza humana está principalmente inclinada.
Tomás de Aquino
Los vicios pueden ser
catalogados según las virtudes a que se oponen, o también pueden ser referidos
a los pecados capitales que la experiencia cristiana ha distinguido siguiendo a
san Juan Casiano y a san Gregorio
Magno (Mor. 31, 45). Son
llamados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. Son la soberbia, la avaricia, la envidia, la ira, la lujuria, la gula,
la pereza.
Catecismo de la Iglesia Católica, n.º 1866,
artículo 8, «El pecado» (V: La proliferación del pecado).
artículo 8, «El pecado» (V: La proliferación del pecado).
Al principio del cristianismo,
todos los escritores religiosos Cipriano de Cartago, Juan Casiano, Columbano de Luxeuil, Alcuino de York enumeraban ocho pecados capitales.
El número siete fue dado por
el papa Gregorio Magno y se mantuvo por la mayoría de los teólogos de la Edad Media.